En la sociedad actual, la higiene personal es una prioridad, muchas veces, damos por sentadas prácticas básicas como el baño diario, el uso de desodorante, perfumes y lociones. Sin embargo, esta rutina no siempre fue tan común ni tan accesible. Es interesante explorar cómo la sociedad del pasado manejaba estos aspectos.

En el siglo XVIII, cuando el aseo no era tan cotidiano, la vida, la muerte y las enfermedades merodeaban por doquier. Antes de la introducción de los jabones y su fácil acceso, se necesitaba un medio fiable para enmascarar los diversos olores que flotaban en el ambiente, en este contexto aparece la vinaigrette. 

Diseñada como un recipiente en miniatura con una esponja pequeña en su interior, servía para sobrellevar la vida en sociedad.  La esponja se podía empapar con perfumes y aceites de olor dulce, y se sostenía debajo de la nariz para enmascarar los entornos menos favorables.

En qué consistía

Para qué sirven hoy?

Hoy en día, las vinaigrettes son una curiosidad histórica, pero representan un ejemplo de cómo las sociedades pasadas abordaban los desafíos de la vida social y el confort personal. Nos convoca a reflexionar sobre el progreso que hemos logrado en términos de higiene y cuidado tanto individual como social. Es un objeto que quedó inservible producto del mejoramiento de las condiciones urbanas y la contención salubre. Nos invita a valorar las innovaciones que han hecho posible nuestra rutina diaria actual. De esta cosa, la vinaigrette, se destaca la creatividad y adaptación de las personas en tiempos difíciles, y nos recuerda que las soluciones a los problemas cotidianos han evolucionado en comunidad, pensando de forma creativa a lo largo de los siglos.

Pero dale, bañate.

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